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cuchillos dÖrr

La vida ligada a la campo y en especial a la cordillera y el contacto constante con su gente y su cultura me han hecho valorar desde muy temprano la utilidad del cuchillo, herramienta fundamental para los arrieros, personas de acaballo que desde tiempos muy lejanos han usado el cuchillo para abrirse camino, para alimentarse y para un sinfín de utilidades.

El oficio de escultor y la permanecía diaria en el taller me enseñaron a conocer  los materiales e investigar a fondo sus posibilidades y profundizar en el oficio.

Mi aprendizaje de la técnica de la forja y del templado de los cuchillos comenzó el año 1991 en el taller de forja del maestro herrero de la hacienda Rupanco en la X región. En las haciendas y campos antiguamente existían estos talleres donde se fabricaban y se reparaban todas las herramientas agrícolas en la fragua. Ahí forjé por primera vez un cuchillo y conocí el arte del templado y el revenido de manos de un gran profesor, que fue para mi el maestro Hernandez.

Desde entonces comenzó mi investigación de la manufactura de cuchillos que más tarde en mi trabajo como escultor perfeccione el oficio llegando a tener un taller escuela de cuchillos del cual salieron artesanos cuchilleros, y nuevos talleres en el país.

En la investigación de las técnicas, materiales y diseños hay un logro que vale la pena destacar; que es la creación o el descubrimiento de un sistema de badajo (llamado también virola, que consiste en una pieza de metal que separa la hoja de la empuñadura).  El aporte fue cortar una sección del metal destinado a la empuñadura y forjarla enrollándola  en la hoja quedando así el badajo como una sola pieza con el resto del cuchillo.

El investigar, aprender, descubrir y enseñar ha sido mi aporte en la cuchillería chilena, un aporte en este arte milenario de la humanidad.

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